Muchos de los gatos viven dentro de pisos (gatos indoor) y sin posibilidad de salir al exterior. Aunque puede llegar un momento en su vida que tengan que ser transportados ya sea para ir al veterinario, irse con vosotros a otro domicilio, de vacaciones, etc.
El gato es una especie que necesita un ambiente muy estable y seguro para su bienestar. Cualquier cambio puede generarle estrés y si, además, intentamos meterlos en un transportín momentos antes de la salida generaremos un conflicto que le causará ansiedad.
Es importante habituar al gato a entrar en el transportín desde sus primeras semanas de vida para poder conseguir que se sienta a gusto. Eso hará que baje su nivel de estrés ya que se sentirá seguro dentro y facilitará su transporte.
¿Cómo? Dejaremos el transportín abierto con la puerta desmontada para que no se cierre y se quede dentro, colocaremos su manta, y con juego le animaremos a que entre y salga.
Si el gato ya es adulto tardará en habituarse un poco más, pero nunca le forzaremos a entrar. Mientras se adapta no podremos transportarlo, así que hay que planificarse bien. Para que entre en el transportín, durante un tiempo se le ofrecerá algún premio comestible dentro y se irá avanzando hasta realizar todos los pasos reales de una salida. Es decir, cerrar la puerta, coger el transportín y moverlo.
Para facilitar el traslado podemos usar feromonas sintéticas felinas en spray con efecto ansiolítico que se aplicará dentro del tranportín 15 minutos antes de que el gato entre. El día que haya una salida real y tengamos que meterlo dentro, debemos recordad tapar el tranportín para que el gato no vea el exterior. Así evitaremos el estrés que supone para él ver los estímulos exteriores no controlables por él. Cuando esté dentro nunca debemos dejar el transportín en el suelo, sino buscar un lugar alto y estable. Los gatos se sienten más seguros en altura, aunque el transportín esté tapado.
Existen varios tipos de transportines: con ruedas, en forma de bolso, de tela, de mimbre y de plástico.
El de plástico tiene la ventaja de que no se deforma cuando el gato se mueve dentro, cosa que hace que esté más estable. Son más seguros por su sistema de cierre sin cremalleras (algunos gatos las abren empujando con la cabeza) Se desmonta por la parte de arriba, cosa que favorece el proceso de habituación, y cuando van al veterinario, el profesional puede explorar al gato sin necesidad de sacarlo de su transportín. Sin olvidar que el plástico permite un lavado más fácil y profundo.
Una vez en el coche, el transportín se ajustará con el cinturón de seguridad y no se quitará la manta para que así no pueda ver el exterior.
El temperamento y las experiencias individuales de cada gato puede dificultar esta habituación y traslado. Por tanto, en caso de duda es recomendable buscar la ayuda de un etólogo clínico experto en comportamiento felino que os aconseje cuál es la mejor opción para vuestro peque.