Perder a un compañero animal es una de las experiencias más dolorosas que podemos vivir.
El vacío que sientes es totalmente normal: el dolor es tan grande como el amor que compartiste.
Si ese ser especial formaba parte de tu familia, si fue tu confidente, tu fuente de alegría o tu refugio en los momentos difíciles, es comprensible que su ausencia te afecte profundamente. No estás exagerando: estás atravesando un proceso de duelo que merece ser comprendido y acompañado con empatía.
Si has llegado hasta aquí, es porque estás viviendo una pérdida significativa, una de las más difíciles y a menudo menos comprendidas.