El lugar donde los corazones laten en coherencia.
Creo en un mundo donde los animales no se “tienen”, se aman, se acompañan y se escuchan.
Donde cada mirada, cada ronroneo y cada silencio nos enseñan a ser más compasivos.
Educo desde el vínculo, no desde la obediencia.
Acompaño desde la empatía, no desde el control.
Y trabajo por un futuro donde el abandono cero no sea un sueño, sino una consecuencia natural del amor y la conciencia.
Aquí, los gatos son familia.
El duelo no se esconde: se abraza.
Y las empresas también aprenden que el corazón no se deja en la puerta del trabajo.
En este espacio, la ternura es una forma de resistencia, la educación es un acto de amor, y el respeto, la única ley que importa.
Somos vínculo.
Somos aprendizaje.
Somos consuelo.
Somos la voz de quienes maúllan bajito y la mano que acompaña cuando el alma duele.
Os invito al lugar donde los gatos enseñan a las personas, y las personas aprenden a mirar con los ojos del corazón.
Leticia Sal es educación vínculo, amor, respeto y duelo compartido.
Porque «felices para siempre» no es un cuento: es una forma de vivir.
Gracias
Leticia




